LA FERIA DEL LIBRO DE VIÑA DEL MAR EN CIUDADDELOSJARDINES
Viajé no sé cuantos kilómetros para verla.
Parecía un “poseso” con los ojos desorbitados en los
peajes de vuelta a mi Viña del Mar querida.
La echo de menos.
Su ambiente, su mar, sus jardines, y en esta fecha, aunque no me
lo crean a su Feria del Libro.
Con todos sus pros y contras.
La muestra, ya se ganó un lugar en el corazón de la ciudad y de
sus habitantes.
La esquina del Liceo de Niñas, ahí en Libertad con Dos Norte, más que una referencia tradicional del Liceo viñamarino, es para muchos, “la
esquina de la Feria del Libro”.
Mientras se desarrolla, uno no puede circular por el centro o calles
aledañas, sin ignorar la vocinglera algarabía que provoca.
Es todo un espectáculo oír sus altoparlantes llamando a la actividad
del día, o a sus locatarios, que corren con los altos de libros y revistas, o el mismo público que desde que abre sus puertas
comienza a deambular por sus pasillos y frente a los mostradores y mesones, para “mirandear” como la “Familia”
aquella, adquirir, o participar de los “lanzamientos”, “relanzamientos”, o mesas redondas acerca del
menú literario que convoque ese día.
Ahí estamos y estaremos, aunque la de Mapocho pise fuerte, las de
tantas otras ciudades comiencen a abrir sus ojos, y para que decir las del mundo entero.
Pero nadie podría negar
que tal cómo lo dijo el poeta Antonio Casero en su inmortal poema “De Pantalón
Largo”, ésta ya se los calzó hace rato.
40 stands con lo más granado de la literatura de esta parte del
continente y del “resto del mundo”se pelean por ofrecerle al lector, no tan sólo de Viña del Mar, sino turista
en general, bondades, primicias, y ofertas dignas de echarles un vistazo al menos.
LO MEJOR ESTA POR VENIR
Pero paralelo a su mundo de imaginación, historia, cientifismo,
y de lúdicos y saltimbanquis de papel, también está la vida misma de quienes se muestran en letras de molde en las librerías.
De repente como por arte de magia, surgen rodeados de admiradores,
que les “pedigueñan” una firma.
Son ellos, los protagonistas.
Desde el controvertido y polémico
Fernando Villegas hasta el novato Alvaro Scaramelli, o del jubilado periodista, y
ahora escritor Hernán Banda al siempre dinámico André Jouffé, también un “journalista”.
Más allá los deportivos Guarello y Urrutia comparten escenario con las historias mineras de un injustamente postergado Hernán Danús.
En fin, hasta Raúl Sohr, el de la política internacional topándose
con el aeda porteño Alfonso Larrahona, que no contento con presentar una verdadera obra de arte como “Asomado a mí mismo”
partiendo por el título, se da el lujo de prologar y presentar a sus nóveles colegas.
O el también porteño, Quijote por andadurías y Sancho por su asumido
físico, Juan Meza Sepúlveda, que le canta a los cerros y al mar de Valparaíso.
Pablo Simonetti, Malucha Pinto, y hasta Roberto Thieme, “El Rebelde de Patria y Libertad”, compartirían también
el escenario estival de ésta Feria instalada en la “ciudad de los jardines”.
Fueron más de cinco presentaciones diarias en promedio, desde el
jueves 10 al domingo 27 de enero, en que se mezclaron literatura, danza, música seria y no tan seria, y hasta teatro y títeres.
La Feria de Viña del Mar pisa fuerte, y ha venido para quedarse.
He aquí un recorrido por ella.